Olivares San Rafael

Ver para creer

Hace 50 años, la molienda de la oliva o aceituna se realizaba con dos ruedas de piedra impulsadas por animales de tiro. Así se obtenía la pasta, que pasaba a los capachos, telas superpuestas que permitían prensarla.

En los tanques de decantación, por rebalse, se obtenía el aceite. Aparte quedaban el agua vegetal y la materia sólida. Las vasijas o ánforas de barro permitían guardar el aceite sin que sufriera por la presencia de los agentes externos.

Si bien todo el proceso sufrió cambios importantes y se han minimizado los tiempos de producción, algo sigue intacto: la elaboración del aceite sigue siendo muy natural y sin aditivos.

La cosecha manual comienza a fines de abril o inicios de mayo de cada año y se extiende durante dos meses. A los antiguos olivares de la familia se suma el aporte de productores independientes.

Caminando por la finca, observamos unos ejemplares añejos, leñosos, con copa abierta para recibir toda la luz solar y el aire que necesitan. El olivo es un árbol muy noble, que alcanza su adultez a los 15 años pero no envejece y es sumamente generoso.

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